Esquizotípica.

Son los labios del amanecer los que acarician sus lágrimas resecas y, poco a poco, va despertándose del profundo aguacero en el que estaba sumergida. Sin darse cuenta, busca a tientas entre las sábanas. Después sonríe y abre los ojos; le brillan.¿Dónde están tus buenos días, mal educado? ¿Dónde descansa tu brazo si no es junto a ella? ¿Y la luna que un día le prometiste bajar? ¿Qué hay de los pétalos de esas estrellas que cazabas desde el mar? ¿Y el sonido de aquella nana que ya no le hace soñar?


Ella siempre camina mirando el suelo, por si ve tu rostro en las baldosas o en los charcos. Por si oye tu voz en los crujidos de las hojas o si lanza una lata y va a parar a tus pies. Y su vida se reduce al letargo de tu adiós, que reconcome sus pupilas sin permitirles observar la realidad. ¿Te has dado cuenta alguna vez? Es la música de tus latidos la que se inyecta en las venas y la nieve de tu piel en la que le gusta revolcarse. Ella tiene una solución para cada estación del año: si en otoño llueve mucho, bebe las gotas de tu saliva que caen del cielo; y si en primavera no nacen flores, planta las semillas de tus sonrisas. ¿Traerás más comida china para compartir? ¿Volverán los viajes en coche sin dirección predeterminada?Ella sigue su camino mirando el suelo.


Cuando se acuesta en la cama, cierra los ojos despacito y se imagina a sí misma allí tumbada, en la cama de su habitación. Después sonríe y abre los ojos; le brillan.
Suele fingir que te ve y levanta un brazo para acariciar el espacio vacío donde deberían encontrarse tus mejillas. Luego se acerca un poco más y se funde un abrazo incorpóreo, sujetando la nada entre sus brazos, sintiendo el contacto del abismo que os separa.
Suena la música de su llanto, sollozos silenciosos en mitad de una oscuridad. Y aunque ella no ve nada, finge que tú también sonríes y le acaricias el pelo.


¿Dónde te has ido sin ella?

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